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Cocina y conventos en Yucatán
Son famosos los atardeceres en Aguascalientes pero los que se observan en la isla donde se levanta la escultura del Cristo Roto son simplemente divinos así como un recordatorio del sufrimiento que deviene de la migración forzosa.
En México dependemos de las remesas y del petróleo. No podemos estar orgullosos de estas actividades, pero sí de la riqueza histórica y de la biodiversidad de México, por ello el turismo biocultural es una alternativa dignificante y plausible. En San José de Gracia, Aguascalientes, existe un monumento que recuerda a quienes han migrado por fuerza, a los enfermos y a los oprimidos: es el Cristo Roto de la presa Presidente Calles.
Mi viaje comenzó en Real de Asientos donde disfruté las pinturas virreinales de su pinacoteca y caminé por el túnel que corre por debajo de la parroquia de Nuestra Señora de Belén hasta un manantial. El Pueblo Mágico nació en el siglo XVI, producto de la minería, y tuvo más habitantes que la capital hidrocálida. Somos más antiguos que Aguascalientes, comentó orgullosa Marian Mendoza, mi guía. En el panteón de Guadalupe me mostró cómo sepultaban a los indígenas, envueltos en su petate, de ahí, la frase se petateó. También vi biznagas (Ferocactus viridescens), un rompecabezas de huesos humanos, dos momias y unas pinturas del zacatecano Teodoro Ramírez que son muy valiosas, pues tienen pigmentos de oro. Casi nadie las ha visto y para mí es muy importante mostrarlas. En el restaurante El Mirador disfruté una rica tilapia (Oreochromis) al ajillo, admirando la presa El Jocoqui y las barrancas del río Santiago.
Por la tarde manejé al embarcadero del Pueblo Mágico de San José de Gracia, donde están las lanchas que navegan la presa Presidente Calles hasta el santuario del Cristo Roto. Sus 25 metros de altura la hacen una de las cinco esculturas más grandes del país. Su único brazo apunta hacia el pueblo inundado cuando hicieron la presa, explicó mi guía Álvaro Rodríguez. Miré el atardecer junto con el Cristo Roto para orar por los desplazados, los enfermos y discapacitados, y para recordar a todos aquellos que están rotos por dentro.