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Cocina y conventos en Yucatán
El Gran Reserva 2013 de Viñedos Don Leo, producido en Parras, ganó el Concours Internacional des Cabernets del 2020 al mejor cabernet sauvignon del año. El galardón provocó que muchos volteáramos hacia Coahuila con orgullo y curiosidad.
En Parras se hace buen vino desde hace más de 400 años. Es un paraíso vinícola y paleontológico, rico en minerales, distintos tipos de uvas, fósiles y huellas de dinosaurios del período Cretácico, cuando Coahuila era la costa del mar Interior Occidental. Ya no nadan ictiosaurios sino que corren liebres y venados entre cactáceas en el camino al valle del Tunal.
Me encontraba a más de 2,100 m s. n. m., pisando lo que alguna vez fue fondo marino, rico en nutrientes que brindan cualidades al fruto que cultiva David Mendel, presidente del Comité Vitivinícola de Coahuila y propietario de Viñedos Don Leo. El esqueleto de un Tyrannosaurus rex protegía un mar de cepas. Nos instalamos en las montañas para obtener fruta de calidad, si cosechas buena fruta y la llevas hacia adelante con dedicación, puedes lograr un gran vino, comentó rodeado por sus parras de cabernet. Visitamos la bodega y degustamos sus vinos rodeados por las barricas de roble en las que los frutos de la vid se transforman en ese caldo delicioso. Alzamos la copa y brindamos. Lo de nuestro cabernet fue buena noticia para México pues nos hace más visibles a los ojos del mundo, explicó mientras comíamos una hamburguesa de cordero.
Después fui al Pueblo Mágico de Parras de la Fuente, donde está la vinícola más antigua de América. Me recibió Daniel Milmo en la hacienda San Lorenzo y fuimos al corazón del valle de Parras para conocer los primeros viñedos orgánicos del país. Nuestra visión es que toda nuestra producción se vuelva orgánica, comentó el codirector de Casa Madero, rodeado por 400 hectáreas de abundante verdor. Visitar su bodega antes de la cata fue viajar en el tiempo, entre prensas antiguas y tanques futuristas, a la sombra de parras vigiladas por la Virgen de la Asunción y la pata de un hadrosáurido. Aquí inició la historia del vino mexicano; ahora es donde se dibuja su futuro con talento y pasión.