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Cocina y conventos en Yucatán
Campeche es hermosa, histórica y pacífica, además de una de las pocas ciudades amuralladas en América. Con eso bastaría; sin embargo, su gastronomía es variada y deliciosa.
Campeche, patrimonio de la humanidad desde 1999, es de los destinos favoritos para el InstaTravel. Sus murallas guardan escenarios que cumplen las fantasías de cualquier influencer. Templos y baluartes descarapelados por el tiempo y la brisa del mar se suceden en calles con casonas cuyas fachadas están decoradas, cada una, de un modo diferente. Son más de mil edificaciones del siglo XVI que muestran la importancia del puerto que unió a la península con España y el Caribe, comentó mi guía Wilberth Alejandro.
La más famosa es la Calle 59 donde comí un hojaldre y vi pasar a la gente; después visité El Palacio, un centro cultural con una de las mejores museografías del país y un simulador para experimentar lo que se sentía cruzar el Atlántico en el siglo XVII. Me hospedé en Hacienda Puerta Campeche un exquisito hotel de lujo formado por una serie de casonas; cada habitación es única, con techos de doble altura, suelos de mosaicos y decoradas con arte popular. El restaurante y bar tienen terrazas con vista a la muralla y hay albercas con hamacas entre jardines tropicales. Obviamente recorrí en bicicleta el malecón y disfruté el espectáculo Poesía del mar en las Fuentes Marinas.
La estética cromática y la riqueza histórica en las 42 manzanas amuralladas de Campeche es equivalente a la amabilidad de sus habitantes y no hay mejor anfitrión que Francisco Hernández, propietario del restaurante La Pigua, en el que sirven el mejor pan de cazón desde hace 35 años. Este platillo a base de tortillas, cazón asado y frijol, coronado con chile habanero y bañado con chiltomate fue nombrado así porque los europeos llamaban pan a todo lo que llevaba harina de maíz, explicó Francis, auténtico lord de la gastronomía campechana. Cuando probé el pulpo Sir Francis y un pastel de coco entendí porqué la ciudad se amuralló.