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Cocina y conventos en Yucatán
Chiapa de Corzo es una de las ciudades más antiguas de América y el resultado del complejo nacimiento de nuestra nación. El mestizaje le volvió un destino de lo más atractivo por la diversidad de su cocina tradicional, celebraciones y arte popular.
Viajar es una fiesta para los sentidos y un descanso para la razón. En Chiapa de Corzo esto es evidente: se trata de un centro ceremonial y sitio de encuentro por más de tres mil años. A orillas del río Grijalva está el acceso al Cañón de Sumidero y de sus peñones se arrojaron los últimos guerreros soctones o chiapas, según Bernal Díaz del Castillo, al no poder vencer a los invasores. Ahí los españoles fundaron la primera ciudad durante la Conquista. En 1528 llegaron los primeros frailes dominicos y el poblado, a tomar su personalidad barroca y mudéjar, presente en la fuente de la pila de la Plaza Principal, donde se disfruta la danza de los Parachicos, un personaje cuya historia tiene más de tres siglos forjando la identidad del Pueblo Mágico. Mantiene a los artesanos y alimenta al pueblo, me explicó el maestro mascarero Francisco Javier Moreno, en el taller donde crea los rostros usados en el ritual. Los danzantes visitan los sitios sagrados de la ciudad y las casas de sus vecinos recibiendo a cambio la inmortalidad, por medio del orgullo, la fe y la tradición. También les ofrecen platillos como la pepita con tasajo y el cochito, carne de cerdo con especias, que los simples mortales podemos disfrutar con una sopa de chipilín y un refrescante pozol en el restaurante El Campanario, de Jorge Santiago.
Después hice otra visita esencial en un destino en donde no faltan excusas para sacar la marimba y ponerse a bailar. Carlos Nandayapa Vargas me recibió en el taller donde su familia lleva más de 100 años manteniendo vivo el arte. Lo fundó mi abuelo Norberto. El instrumento es de África, llegó con los dominicos y lo hemos mejorado, sobre todo la caja de resonancia, explicó. Las marimbas de los Nandayapa suenan en todo el mundo; son sus guardianes. La escuchamos desde antes de nacer, para nosotros es la voz ancestral de Chiapas. El maestro tuvo la paciencia de enseñarme y la gentileza de permitirme acompañarlo a tocar Cielito Lindo. Ya es un recuerdo imborrable.