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Cocina y conventos en Yucatán
Disfrutar un almuerzo en comal y leña con el chef Arodi Orea, a la sombra de un bosque en la finca cafetalera La Malinche, significa un antes y un después en mi definición de lujo. También incrementó mi respeto por la creciente cultura del café.
Cuando te gusta comer no viajas, peregrinas. Sobre todo en Veracruz, donde la perfección se busca, con rigor e imaginación, en la cocina, en el arte popular y en la vida cotidiana. El Pueblo Mágico de Coatepec huele a hierba, cítricos y café recién tostado. Crece en sus laderas, a la sombra de bosques mesófilos de montaña. Hay fincas que lo cultivan orgánicamente como La Malinche, de Alberto Sosa. Se llama así por el cerro. Nuestros primeros arbustos de cafeto arábigo (Coffea arabica) llegaron en 1890, me dijo entre la niebla que fomenta una maduración lenta y permite que los granos de café absorban mejor los azúcares. Cortamos bourbon, una variedad del siglo XVIII. Los cosechamos cuando están morados, explicó don Pedro que cargaba su tenate, un canasto con diez kilos del preciado fruto. De cada tenate, luego de secarlo y tostarlo, queda un kilo de café, amplió mientras cortábamos la cereza, o drupa, una por una, con cuidado. El fruto en sí mismo era suculento.
Mientras tanto, el chef Arodi Orea, investigador de la cocina veracruzana, montó un almuerzo de alta cocina en un estufa rústica de leña. En el comal pasaba unas hormigas chicatanas (Atta mexicana), ajo (Allium sativum) y chile jalapeño (Capsicum annuum),;en su natal Xalapa le dicen chile cuando es fresco, y chipotle cuando madura en seco y lo ahúman, como la salsa de las costillas de cerdo que burbujeaba en una olla de barro. De botana, lomo y jamón curado con una técnica centenaria, y queso ahumado. Las tortillas de maíz a las brasas, con queso de hebra y salsa hecha en molcajete. Los hongos cabeza de negro (Sparassis crispa), recién cortados, se cocieron en caldo de chileatole, espesado con maíz molido, ramitas de epazote (Dysphania ambrosioides) y un poco de chile porque si no pica, no es del bueno, afirmó Arodi. De postre molimos a mano los granos del bourbon orgánico, lo extrajimos con prensa y nos bebimos el resto de la tarde.