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Cocina y conventos en Yucatán
La ciudad de la eterna primavera es hogar de algunos de los jardines más bellos y emblemáticos del país. Son espacios repletos de historias que manifiestan el estilo de vida que ha caracterizado a la antigua Cuauhnáhuac en los últimos cinco siglos.
Recuerdo a Cuernavaca como el destino de fin de semana de los habitantes del sur de la Ciudad de México. Durante la Encomienda, la capital de Morelos fue parte del Marquesado del Valle de Oaxaca: 11,500 kilómetros cuadrados otorgados a Cortés por sus servicios a la corona en el descubrimiento y población de la Nueva España, según la cédula del emperador Carlos V. Ahí erigió su palacio, sobre las ruinas de una ciudadela tlahuica, una de las siete tribus nahuatlacas del imperio azteca.
La ciudad se convirtió en sitio de encuentro de la cultura novohispana y recibió artistas y comerciantes. Llegaron todo tipo de árboles, plantas y frutos del mundo conocido. Aquí están los primeros árboles de mango y buganvilias que se sembraron en México, comentó José García Valtierra al caminar por ese paraíso creado en la Tierra: el Jardín Borda, mandado a hacer por José de la Borda, famoso minero y entusiasta de la botánica. Su arquitectura de estilo francés del XIX coincide con la época en que fue residencia de Maximiliano y Carlota, explicó al visitar su lago, las fuentes de estilo barroco y los pórticos inspirados en la Alhambra de Granada.
También fui a la catedral de Cuernavaca, parte de los primeros monasterios erigidos en las faldas del Popocatépetl en el siglo XVI y luego llegué hasta uno de los jardines más emblemáticos del país: Las Mañanitas, en un hotel que manifiesta el estilo de vida de una región feliz que los habitantes llaman tierra templada, por razón de una primavera eterna que disfrutan, escribió Alexander von Humboldt.
Creo que estamos en la altitud perfecta y con el mejor clima del mundo, comentó Francisco Bernot, propietario del lugar fundado por sus suegros hace más de 65 años. Desayunamos enchiladas suizas, rodeados por plantas y aves exóticas. Somos hotel-destino. Un espacio con arte e historia, afirmó al celebrar el ritual de convivencia que yo deseaba, como cuando lo hice con mis abuelos.