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Cocina y conventos en Yucatán
Para muchos, Durango es un destino remoto en la geografía nacional pero también, un destino que vale aventurarse a descubrir. En este viaje encontré Nombre de Dios, el destino con mayor potencial en la región.
Viajé a Nombre de Dios sin saber de su existencia. De Durango sabía poco; había escuchado del pasito duranguense, de sus alacranes y de los paisajes que dieron vida a muchas pelis de vaqueros. Me llamó la atención la manera en que sus nubes se desbordan de un lienzo azul profundo que parecen superpuestas. Me sentí en la escenografía de una película, así que decidí hacerla de aventura siguiendo el río Mezquital hasta El Saltito, una caída de 20 metros a una poza de agua fresca que da vida a un mundo de sabinos (Taxodium huegelii), conocidos como ahuehuetes. Las raíces estaban expuestas y parecían tentáculos pero no dudé en nadar a la sombra de aquel fino encaje verdoso. Llegué luego al pueblo más antiguo del estado, fundado a mediados del siglo XVI como la Villa de los Cuatro Templos, que formó parte del Camino Real de Tierra Adentro y por ende, es patrimonio de la humanidad. Ahí celebraron la primera misa en el norte del país y es donde vivió Uraján de Luna. Observé su cráneo en un relicario, en el templo de Jesús Nazareno, fundado en 1600. Me recibió su custodio y descendiente Jorge Luna, quien me enseñó con orgullo la obra Las Ánimas y me contó la leyenda del héroe local.
Uraján viajó a la capital de la Nueva España y se entrevistó con el virrey Luis de Velazco para reclamarle el acceso al agua que prometió a los tepehuanos y tarascos en la llamada Nueva Vizcaya. Volvió con su cometido y de regalo, aquel inmenso óleo del siglo XVII sobre el purgatorio. El Uraján de Luna Hotel Boutique & Spa hace honor a su nombre y a su legado. El spa vale la pena el viaje.
Pero también tuve la suerte de conocer a Martha Garza. Me recibió en una terraza rodeada por una huerta de membrillos. Platicamos junto a una fogata y bebimos el mezcal que elaboran con agave endémico Cenizo Durangensis en la vinata Cuero Viejo, que ella dirige. Me dieron ganas de quedarme a vivir, aun cuando los huevos del desayuno traen de guarnición un alacrán.