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Cocina y conventos en Yucatán
Las redes sociales han acelerado el desarrollo económico y, en ocasiones, la destrucción de nuestros destinos favoritos. Es momento de volver a visitarlos o por lo menos, intentarlo, sin la preocupación de compartir cada detalle de nuestra experiencia.
Todos deseamos vivir experiencias fuera del camino conocido para diferenciarnos de amigos y seguidores, o bien, para completar nuestra lista de cosas por hacer antes de morir; sin embargo, casi siempre caemos en la trampa y repetimos lo que otros ya publicaron en sus redes sociales; el “Insta-turismo” hace del viaje una competencia.
Cuando decidí visitar el Parque Nacional Islas Marietas me propuse no compartirlo. Fracasé, pero el intento me hizo disfrutarlo de otra manera.
Salimos temprano del muelle en Punta Mita. Avistamos delfines nariz de botella y tortugas golfinas en Bahía de Banderas, la experiencia apenas comenzaba. Observé piqueros patas azules, cormoranes, fragatas, gaviotas y pelícanos. Además, conversé con mi querido amigo Julián González, instructor de buceo en la región desde 1998. Es un archipiélago deshabitado de origen volcánico, compuesto por la Isla Larga y la Isla Redonda, dijo mientras nos preparábamos para nuestra inmersión. Afortunadamente ya las cuidamos, empezó a venir tanta gente que las estábamos destruyendo.
En las islas anidan 24 subespecies endémicas de aves, 21 especies de tiburones, 10 de rayas y tres tipos de tortugas. Como el turismo afectó considerablemente los arrecifes coralinos, buceamos en Las Cuevitas, donde la UdeG y el Centro Universitario de la Costa encabezan su reforestación. Con Julián hablé de la capacidad de regeneración de la naturaleza cuando la respetamos, apoyados por guías expertos y autoridades comprometidas.
Las redes sociales han hecho visibles los retos del parque. Con buenas prácticas turísticas podemos lograr una fórmula ganadora para todos, pues sin economía no puede haber conservación, pero sin conciencia no debiera existir el turismo.