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Cocina y conventos en Yucatán
Experimentar el proceso de elaboración del tequila es presenciar el nacimiento de la tradición. Además, el paisaje agavero y las antiguas instalaciones industriales de esta población son reconocidas como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
La primera ocasión que observé los campos de Agave tequilana Weber azul fue cabalgando al amanecer. Resultó imponente la marejada de agujas señalando al infinito con esas uñas negras que parecían haberse bebido la luz de la luna, condensándola en el corazón vegetal que los jimadores cultivaban ante mis ojos. Es una planta carnosa y seductora; un tesoro que con los rayos del alba parece liberar al espíritu de la diosa Mayahuel a quien, dice la leyenda, debemos el placer. Así me lo contó el emisario de los campos de Casa Cuervo y, muy seguramente, el jimador más famoso de los más de 3, 500 que salen cada madrugada en busca de las piñas. Don Ismael es dueño de un arte que es destreza y orgullo a la vez. Domina la fuente de vida en la región desde la infancia y ha realizado muestras de jima a personalidades como Barack Obama. Golpe tras golpe desvistió con maestría un agave que me superaba en peso. El nombre de jimador, me explicó, proviene de los gemidos que se escuchan cuando alguno confunde su pie con la planta. Después de intentar la jima sentí aún más respeto y admiración. Una tras otra cargaron las piñas a bordo de camiones que seguí hasta la destilería más antigua de América, en donde presencié el proceso de horneado, fermentación, destilación y maduración. Tequila viene del nombre náhuatl de la obsidiana, o Tequillan, que significa piedra que corta. En La Rojeña han perfeccionado el arte de hacer tequila desde 1812, ya sea blanco, joven u oro, reposado, añejo o extra añejo. La manera perfecta de culminar la experiencia fue degustar en la cava donde El güero resguarda la Reserva de la Familia. Con su sonrisa y una cuchara de cobre se abalanzó al interior de una barrica de roble para servirme una copa repleta de aquel elixir, invitándome a brindar por la vida «pues, sin ella, no hay más nada».