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Cocina y conventos en Yucatán

La Paz hace honor a su nombre y, según los paceños, «nunca llueve en viernes». Es un destino ideal para viajar con la familia y buscar un encuentro pleno con la naturaleza, ya sea nadando con el tiburón ballena o explorando sus hermosas playas e islas.
Mis padres dicen que visité La Paz cuando tenía unos días de nacido. Puedo decir que fue el primer destino al que viajé, pero no comí almejas chocolatas ni tacos de cayo de hacha con queso en tortillas de harina recién hechas. Tampoco sé si me llevaron a nadar con los tiburones ballena que se alimentan de plancton por filtración en las tranquilas aguas de su bahía o si bucearon con las crías de lobos marinos en Espíritu Santo. Lo que sí sé es que al golfo de California, conocido como mar de Cortés, lo bautizó el explorador y conservacionista francés Jacques Cousteau como el acuario más grande del mundo.
La puerta de entrada a este paraíso natural es La Paz, capital de Baja California Sur desde 1830. Su malecón es hermoso y familiar. No se sí por casualidad, o con una visión a largo plazo, nuestros antepasados crearon la infraestructura de la ciudad atrás del malecón; en ningún otro lugar puedes ver estas bellezas naturales y tener este contacto con la fauna marina, comentó mi querido Agustín Olachea. Concuerdo luego de disfrutar sus playas, Balandra y Pichilingue, en donde comí almejas recién cultivadas, como probablemente lo hizo la reina Isabel II durante su visita en 1963. El mar de Cortés es una incubadora de especies endémicas y para las que migran: delfines, ballenas o el tiburón ballena (Rhincodon typus), considerado el pez más grande del mundo. Se encuentra amenazado y debemos respetarlo si tenemos la fortuna de nadar a su lado. Frente a La Paz hay más de 900 islas, una tercera parte están protegidas, como el archipiélago volcánico Espíritu Santo, reconocido como patrimonio natural de la humanidad. En él hay más de 50 especies de aves acuáticas y al menos 15 tipos de mamíferos marinos. De paso, es el único sitio del mundo donde buceas con una colonia de lobos marinos (Zalophus californianus). También es un lugar donde se aprende que lo más valioso es disfrutar el camino, no el destino.