Viajar en familia se disfruta más cuando realizas al menos una experiencia elegida por cada uno de los miembros, algo que satisfaga la curiosidad personal y permita compartir tus pasiones con los demás. Por eso me gusta la península de Yucatán: ofrece algo para todos, ya sean algunos de los mejores hoteles y playas del mundo, zonas arqueológicas, encuentros con la naturaleza o con las culturas que aún habitan el Mayab.

Hace 20 años participé en el desarrollo de la incipiente oferta ecoturística de una región que comenzaba a llamarse Riviera Maya. Fundada en 1999 por Carlos Marín y Otto Von Bertrab, Alltournative es en la actualidad, un referente de ecoturismo global pero entonces iniciaba operaciones con visitas a Cobá, una ciudad-estado de la civilización maya, con 6 mil estructuras entre templos, plazas, palacios y juegos de pelota. Ellos te llevan a Pac Chen, una aldea escondida en la selva, frente a una laguna color turquesa, fundada por cuatro familias que trabajaban como chicleros junto al cenote Jaguar. Sus habitantes vivieron alejados de la civilización durante décadas. Carlos y Otto establecieron contacto y desarrollaron con ellos un modelo exitoso de turismo regenerativo y sustentabilidad. Hoy, como entonces, los habitantes de Pac Chen comparten su estilo de vida, te guían por la selva contando historias y anécdotas sobre la fauna, la flora y la cosmovisión local. Además, puedes navegar en su laguna repleta de caimanes, volar en tirolesas y probar su cocina tradicional. Al cenote, con 30 metros de profundidad, bajas a rapel entre raíces y murciélagos; es un sitio sagrado en el que puedes nadar, previa limpia del hmen –o chamán — de la comunidad. Visitarlos ayuda a la conservación del medio ambiente y a honrar las tradiciones de sus antepasados. Es algo que transformó mi vida y lo sigue haciendo, 20 años después.