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Cocina y conventos en Yucatán
La exhacienda de Chautla es un hotel-destino con monumentos históricos entre jardines y un lago de agua helada, cortesía del deshielo de los volcanes, donde pescarás truchas que, luego de limpiarlas, podrás comerlas en un salón decorado con talavera poblana.
Para algunos, la idea de viajar en familia resulta aterradora. Para otros es normal y no se imaginan salir sin ella. Yo pienso que la familia se hace en el camino. Un viaje por carretera reafirma los lazos de amor y respeto. Me encanta manejar sin prisa, disfrutando los paisajes, deteniéndome para comer lo que cultivan y preparan en cada poblado y admirando los atractivos bioculturales del trayecto. Todas las geografías tienen una biología distinta y estas, a su vez, propician culturas particulares. Las opciones en México son infinitas y Puebla es fabulosa para viajar por carretera.
Llamó mi atención el letrero de la exhacienda de Chautla y nos aventuramos hacia el valle de San Martín Texmelucan. Ahí las haciendas prosperaron del siglo XVIII al XIX por su fertilidad y abundancia de agua, consecuencia del deshielo del Popo y el Izta. La hacienda es de 1777, me explicó Montserrat Romero, quien trabaja en el hotel. Perteneció al marquesado de la Sierra Nevada, título otorgado por el rey Carlos III, y ocupó seis mil hectáreas.Tuvo diversos usos y propietarios hasta su abandono, después de la Revolución. En 1984 el gobierno de Puebla la adquirió y en 2012 inició su transformación. Son 94 suites y habitaciones con vista a los jardines, el lago y los volcanes, comentó de camino al spa, con su alberca techada y un extenso menú de tratamientos. En la tarde exploramos el Castillo de Gillow, nombrado en honor del arzobispo de Oaxaca y fundador de la primera sociedad agrícola en México. La estampa es de cuento de hadas. Pescamos un par de truchas, aprendimos a limpiarlas y luego le pedimos al chef que las hiciera empapeladas y al ajillo. La cena fue en un salón sublime, decorado con auténtica talavera poblana. Dormimos arrullados por los grillos y despertamos para retomar el viaje a donde nos lleve la vida, pero juntos.