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Cocina y conventos en Yucatán

En el poblado oaxaqueño de Santa María Atzompa se moldean figuras de barro desde hace más de dos mil años, pero apenas el siglo pasado, la familia Blanco desarrollo un estilo de alfarería sublime con su técnica de pastillaje.
La maestra Irma García Blanco desciende de los alfareros que vivieron y trabajaron en Monte Albán. Su taller está en la que fuera una ciudad satélite de la antigua capital de los zapotecos. Al norte está el valle de Etla, al este el de Tlacolula y al sur el de Zaachila, explicó mi guía, Julio César, en el cerro que domina los valles centrales de Oaxaca.
Monte Albán fue una de las ciudades más importantes del hemisferio occidental, con murallas, canales de riego, terrazas de cultivo, juegos de pelota, tumbas y plazas monumentales. Comerciaba con Teotihuacán y con las ciudades mayas; tuvo más de 20 mil habitantes y al menos otras 100 mil vivían alrededor. Lograron cosas que perduran hasta nuestros días, dijo al llegar a la Tumba 7, donde Alfonso Caso descubrió el tesoro con la mayor cantidad de objetos mesoamericanos como pectorales de oro, un cráneo recubierto con turquesas y cerámicas realizadas en el vecino pueblo de Santa María Atzompa.
En la zona arqueológica nos ofrecieron figurillas elaboradas en dicho pueblo, donde los abuelos aún transmiten sus usos y costumbres. Al menos 450 familias se dedican a la alfarería en Santa María y quizás los más reconocidos son los Blanco. La fama mundial comenzó con la maestra Teodora Blanco Núñez y su técnica de pastillaje se caracteriza por las enormes muñecas y sirenas revestidas con pequeñas piezas de arcilla en forma de flores y animales.
Irma, su hija, me recibió. Mi mamá decía que esto es herencia y se ha transmitido por generaciones. Como su madre, Irma aprendió el oficio a los seis años. Ella también crea muñecas y sirenas de gran tamaño y enseña a sus hijos y nietos, así como a los visitantes. Para mí el barro es muy relajante, como una terapia, comentó amasando un largo gusano que se convirtió en una corona repleta de mariposas. Es la continuación de un legado milenario.