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Cocina y conventos en Yucatán
Dice el dicho que «un amigo es aquel que camina a tu lado, ni enfrente ni atrás; una sola alma habitando en dos cuerpos». Un viaje por las carreteras de Nayarit con tus mejores amigos, desde Tepic hasta las playas de San Pancho, te permite comprobarlo.
Existen pocos viajes tan gratificantes como los que haces con tus amigos y la ruta de la sierra a la costa en Nayarit satisface la curiosidad y las pasiones de cualquier grupo. Por ello partimos de Tepic, fundada en 1531 como capital de la Nueva Galicia, y paseamos ante su catedral frente a la plaza en donde reposa el busto de Amado Nervo. Estrella Ríos interpretaba Cusinela, una canción wixárika. Mi papá me enseñó a cantar a los cinco, dijo antes de derretirnos con su talento.
Emprendimos camino a la laguna de Santa María del Oro, un inmenso cráter inundado que se formó tras la caída de un meteorito. En su costa está El Viejo Aztlán, donde doña Blanca García lleva 50 años sirviendo chicharrón de pescado. Comimos y bebimos mientras caía la tarde y disfrutábamos hablando de todo y nada. Al día siguiente manejamos al Pueblo Mágico de Compostela, rodeado por plantíos de café y sus más de 300 años de historias y templos. Luego de beber el mismo café que le sirven a los presidentes en la Casa Blanca, viajamos a Sayulita. La leyenda local dice que fue creada por los dioses de las olas, por siglos fue una comunidad de pescadores, pero desde los años 70 se dio a conocer por sus playas de ambiente bohemio. La región es conocida como bahía de Banderas y mi sitio favorito fue San Pancho. Conocí al chef Sergio Contreras en su restaurante Las Palmas, donde comimos exquisitos aguachiles, con los pies descalzos sobre la arena y el sol escurriendo al atardecer.
Nuestro destino final fue el hotel Maraica, una propiedad simple y sofisticada a la vez. La naturaleza de San Pancho es extraordinaria, así que elegimos un lugar frente al mar para ofrecer habitaciones rústicas y un restaurante que nutrimos con nuestro huerto, para que los viajeros de todo el mundo puedan encontrarse y disfrutar nuestra comunidad, explicó su propietaria Fernanda Castro. Mentalmente no me he ido, sigo y seguiré ahí.