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Cocina y conventos en Yucatán
La autenticidad de su ambiente, la riqueza arquitectónica y la sofisticación de su oferta gastronómica hacen de la capital de Oaxaca un estilo de vida; una síntesis de la gran originalidad que caracteriza a uno de los estados más diversos y complejos del país.
Viajar a Oaxaca de Juárez es marcharse de casa, conocer nuevas personas, sentirse un artista, dormir en otras camas y probar comida distinta. Al regresar queda claro que uno ya no es la misma persona, el hogar deja de ser un espacio físico y se convierte en un estado de ánimo.
Todo comienza con el desayuno en el mercado 20 de Noviembre, donde se reunen los pobladores de la ciudad y sus alrededores a comerciar desde tiempo inmemorial. Yo prefiero el chocolate caliente con leche para sopear mi pan de yema, huevos revueltos con chorizo y quesillo, acompañados con frijoles y un pedazo de tasajo. Esta ciudad no esconde su personalidad alegre y festiva; siempre sucede algo en sus plazas y parques: un concierto, una calenda, un debate, una marcha, una invitación a conversar e incluso a enamorarse. Oaxaca es fuente inagotable de inspiración para los viajeros de todas las épocas y cuna de numerosos motivos de orgullo. Por eso es patrimonio de la humanidad.
Me encanta La Crujía, galería del artista oaxaqueño Amador Montes. En Oaxaca beber mezcal no es una moda, ni capricho, pues se mezcla con la vida misma, me comentó al tiempo que admiraba su obra. Tampoco se entiende la cocina oaxaqueña sin mezcal, afirma Álex Ruiz mientras comemos en su restaurante: Casa Oaxaca. El chef heredó los fundamentos de una cocina que ha puesto muy en alto el nombre de México. Además ofrece vistas espectaculares del templo de Santo Domingo de Guzmán, ejemplo supremo de la arquitectura barroca novohispana, edificado en 1575, cuando la ciudad se llamaba Antequera.
Visitar Los Baúles de Juana Cata, del artista e investigador Remigio Mestas, te maravilla con los finos textiles de las 13 etnias del estado y, por supuesto, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), una mansión colonial en el andador más animado, proyecto del maestro Francisco Toledo, hace que sientas su presencia e influencia impregnada en cada esquina de la ciudad y cada proyecto digno de su memoria.