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Cocina y conventos en Yucatán
A las orillas del lago de Pátzcuaro las mujeres bordan historias sobre lienzos de algodón, preservando viva la memoria p’urhépecha. Cada pieza es un homenaje a las fiestas y a las tradiciones, es arte ingenuo y espontáneo, es magia y pasión.
Berta Servín Barriga pensaba que en México falta trabajo en equipo y visión a largo plazo, por eso creó en 1980, junto a con siete artesanas, la Cooperativa Tata Vasco de Quiroga. Querían sacar adelante a sus familias y el vehículo era el arte popular que forma parte de sus vidas. Berta es una leyenda en su comunidad pues borda desde 1956 lo que acontece a su alrededor con un estilo único, de figuras pequeñas y coloridas, empleando diversas puntadas. Cada lienzo es como la bitácora de un explorador. Ya sea una blusa o un mantel, plasma en ellos las tradiciones de la meseta purépecha usando la técnica que aprendió de niña, con elegancia e inocencia. La danza de los viejitos representan a los cuatro elementos pero también a los colores del maíz: rojo, amarillo, blanco y azul, me explicó la maestra, originaria de Santa Cruz, municipio de Tzintzuntzan.
En el Pueblo Mágico de Pátzcuaro lleva más de 20 años trabajando. Su tienda está en la Casa de los Once Patios, un edificio del siglo XVIII que fue el convento de Santa Catarina y albergó a monjas dominicas. La obra de la artesana ha vestido a Michelle Obama y hay piezas suyas en el Vaticano. De niña iba con mi papá a la milpa y dibujaba con una varita en la tierra todo lo que veía, pero lo que más me ilusiona es transmitir mi conocimiento a las generaciones futuras, me dijo con sencillez esta mujer multipremiada. Pienso que puedes quitarle todo a una persona pero nunca su habilidad como artesano; un oficio es para siempre. Es como un arcoíris, para que la gente lo vea, agregó vistiendo con orgullo un bordado que le tomó un año, en el que aparecen el lago y la isla de Janitzio, el carnaval, la fiesta de Corpus Christi y la noche de muertos. Descubrir la vida y obra de quienes subliman nuestros sentidos de maneras extraordinarias y, simultáneamente honran la herencia de sus antepasados, es un privilegio.