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Cocina y conventos en Yucatán
Hay un lugar en la costa del Pacífico oaxaqueño donde el tiempo se detiene. Es un fenómeno extraordinario, poco estudiado y difícil de explicar con las palabras. Para algunos tiene que ver la luna, para otros, con la actitud.
Cuando no hay tiempo para viajar con nuestra pareja es cuando hay que hacerse el tiempo. Son fundamentales la convivencia y el cambio de rutina. Generalmente, cuando necesitamos vacaciones pensamos en playa y Oaxaca es de mis destinos favoritos por su espíritu artístico y bohemio, así como por la diversidad de sus paisajes y actividades.
Queríamos un destino alejado del turismo masivo para salir de lo conocido y nuestra aventura nos llevó 30 kilómetros al norte de Puerto Escondido. Es una comunidad identificada con los viajeros en busca de sol, surf y playas, pero nuestro hotel se ha convertido en el epicentro de un destino internacional para los amantes del arte contemporáneo y el diseño, comentó mi amigo Rafael Micha, uno de los principales hoteleros y promotores de México.
El Hotel Escondido fue concebido para disfrutar del contacto con la naturaleza. Solo son 16 cabañas con amenidades de lujo, una alberca de 50 metros para nadar en paralelo a la costa, club de playa y tratamientos de relajación y belleza. En su restaurante sirven platillos con ingredientes locales, pesca del día y frutas de la región. Además de todo lo disfrutable, una de mis experiencias favoritas fue descubrir Casa Wabi, espacio diseñado por el arquitecto japonés Tadao Ando, que se ha consolidado como un proyecto artístico y social. La iniciativa es del artista mexicano Bosco Sodi para fomentar el intercambio de ideas y ofrecer residencias artísticas; se basa en el concepto japonés del wabi-sabi: el arte de buscar la belleza en la imperfección.
En la casa han recibido talentos de todo el mundo y muchos artistas dejaron su huella en proyectos que impactan en la comunidad local. Hoy, gracias al Hotel Escondido y a la Casa Wabi, Puerto Escondido es más que un destino de playa; ahora también es un destino ideal para quienes desean aprender a reconocer la perfección en las imperfecciones de sí mismos y, ¿por qué no?, en las de su pareja.