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Cocina y conventos en Yucatán
Este pueblo mexiquense guarda los recuerdos más entrañables de mi niñez, por eso quise compartirlos en pareja y experimentar algo nuevo que siempre soñé hacer: volar.
Hay un destino a orillas de un lago, rodeado por montañas y cascadas, con encinos y oyameles, que todos los años se convierte en hogar temporal de las mariposas monarca. Es un sitio que visito desde que nací pues mi abuelo decidió que su luz y ambiente propician la conversación. Por la mañana salíamos a recoger hongos silvestres, más tarde caminábamos por callejones empedrados entre casas blancas decoradas con buganvilias y floripondios, luego íbamos al mercado en busca de tortillas hechas a mano, cecina, crema y verduras. Cuando volvíamos a casa ya me había comido dos tacos de carnitas y un helado de mantecado hecho con yemas de huevo y canela. Al mediodía despertaba el aire, como si soplaran las montañas. Se hinchaban las velas de las embarcaciones sobre el agua e iniciaba el espectáculo de seres que se arrojaban desde la cima de un monte, como aves rapaces. Formaban una tribu de cometas, subiendo, bajando y girando con soltura. Era algo mágico. Cuando aquellos seres fantásticos descendían, posaban sus pies en el pasto frente al cementerio en donde hoy descansan los restos de mi abuelo. En mis sueños imaginaba lo que esas personas hechas aves podrían ver y sentir, y quise experimentarlo en pareja.
Es un sentimiento indescriptible y al mismo tiempo natural, afirmó Miguel Gutiérrez, colocando nuestros cascos y asegurando los arneses. Aquí las condiciones son perfectas para volar. Es un sueño que se hizo posible en los últimos años, explicó aquel que descubrió el sitio desde el que hoy vuelan miles de personas al año. Así, 30 años después de querer intentarlo, pude volar. Lo hice para honrar la memoria de mi abuelo; para ver y sentir tal vez lo mismo que él cuando se convirtió en ave.
Con el corazón contento, quisimos apapacharnos, porque en «Valle» todos los caminos te llevan a Rodavento y resulta difícil elegir entre hospedarte en su resort en el bosque, su hotel boutique o en su casona privada en el centro del pueblo.