2.5
Cocina y conventos en Yucatán
De niño creía que el fútbol se inventó en México. No podía ser diferente, todos lo jugábamos. Ahora sé que es de todos y que fue en un pueblo en las montañas de Hidalgo donde se jugó el primer partido en nuestro país. Debe ser un sitio de peregrinaje para todo pambolero.
El fútbol no sabe de clases sociales. Quienes lo practicamos sabemos que igual sirve un balón que una botella de plástico. Lo importante es el placer de gritar un gol. Llegué al Pueblo Mágico de Mineral del Monte con la ilusión de visitar el sitio donde se jugó el primer partido de fútbol en México, en 1900, entre mineros de Hidalgo y de Cornualles. Cornwall en inglés o Kernow en su lengua. El Córnico es un condado de Inglaterra de donde llegaron los mineros más famosos en 1825. Durante 100 años trajeron maquinaria, recetas y deportes, incluido el fútbol.
Me fui pateando mi balón por las calles empedradas. Los niños y los viejos regresaban el pase o se ponían a dominar. En el patio de la Mina de Dolores, donde dicen que sucedió el partido, encontré un estacionamiento y una placa sucia recordándolo. Antes de que el fútbol se convirtiera en el deporte más popular y el negocio más rentable, para mí, como seguramente lo fue para los mineros, la idea era simple: descansar de las obligaciones, competir para ver quién es mejor e intentarlo nuevamente hasta que suene el silbato, regresándonos a la realidad.
Jugué una cascarita en honor a mi niñez. Corrí, sudé y canté un gol. Ahí, en la cuna del fútbol, rodeado por bosques y montañas, lo que más se antoja después es comerse un paste. El sitio para hacerlo con gracia y gloria es en los Pastes El Portal de don Ciro Peralta. El relleno del paste córnico lleva colinabo (Brassica napobrassica), cebolla, papa y carne picada; aquí se hacen con perejil y chile. Después visité el Panteón Inglés, donde me recibió Carmen Hernández Skewes, su custodia por herencia y córnica de quinta generación. Me mostró el sitio donde descansan los restos de muchos mineros y futbolistas que acariciaron estas tierras así como de Helen May, quien, dicen, mató y murió por amor. Asumo que fue amor por la camiseta.