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Cocina y conventos en Yucatán
Taxco es un destino perfecto para enamorarse y descubrir la historia de la platería mexicana. Se aferra a los cerros que le rodean desafiando a la gravedad, y la elegancia de sus templos y monumentos novohispanos nos recuerdan la bonanza de su minería.
En su nombre, Taxco rinde homenaje al escritor Juan Ruiz de Alarcón que nació ahí en 1581. El centro histórico evidencia la declaración de zona de monumentos históricos. Resguarda 96 edificios de los siglos XVII al XIX, como el convento de San Bernardino de Siena, donde se redactó el Plan de Iguala que firmó Vicente Guerrero consagrando la Independencia, así como el abrumador y hermosísimo templo barroco de Santa Prisca, mandado erigir por el minero José de la Borda.
Este Pueblo Mágico fue de los más prósperos centros plateros durante la Colonia. La abundancia mineral de la región, antes llamada Tetelcingo, también se explotó en la época prehispánica. Lo descubrí en el mural de 1956 Homenaje a Cuauhtémoc, del maestro Juan O’Gorman, en el hotel Posada de la Misión. Sus rocas de colores naturales se reflejan en la alberca, próximas a un acceso a las entrañas de la Tierra. Me gusta honrar y compartir el oficio de nuestros abuelos chontales, comentó Carlos Gómez guiándome en un túnel cuya variedad de colores manifestaba la presencia de diversos metales. La Mina prehispánica data del siglo XV pero se descubrió hace diez años. Cuando llegaron los españoles la taparon con piedras, así permaneció más de 500 años. Al volver, visité Talleres de los Ballesteros, uno de los más reconocidos a nivel nacional, fundado en 1937. La orfebrería me lo ha dado todo, explicó el maestro Armando Osorio vaciando la plata recién fundida. El oficio lo aprendí de mi papá, usamos técnicas antiguas y modernas, dijo al mostrarme cómo martillar un lingote para darle forma de pulsera que luego llevamos al área de galvanizado; ahí, el maestro platero me enseñó a pulirla.
Participar en la creación de un accesorio para mí fue emocionante. Al final me mostró la colección México salvaje: una síntesis de la textura y la personalidad de la fauna mexicana, perpetuando con ello su memoria y el oficio de transformar la plata en obras de arte.