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Cocina y conventos en Yucatán
La reserva natural tamaulipeca El Cielo hace honor a su nombre. Es un destino ideal para los entusiastas de la observación de aves, pues hay registro de más de 400 especies. Y es también, donde vive y guía el legendario pajarero Esteban Berrones.
Luego de visitar El Zacatón, el cenote más profundo del mundo con 339 metros de profundidad, subí a un todo terreno rumbo al suroeste con James H. Wright, tamaulipeco leyenda del turismo de aventura. Viajamos casi todo el día para llegar a El Cielo, reserva de la biosfera con declaratoria de la Unesco. Una maravilla natural de la que pocos saben, comentó James. Pasamos del bosque tropical subcaducifolio al bosque mesófilo de montaña, llegamos al bosque de coníferas y descendimos al valle de San José. Nino, nuestro guía, nos esperaba para ir a la Cueva del Agua y nos contó que por años recolectó una palma endémica en peligro de extinción (Chamaedorea elegans), de la que se obtiene la tinta del color verde de los dólares; también es guardián de la reserva que forma parte del corredor migratorio entre Texas y Tamaulipas y en la que se reúnen más especies de aves que en todo Estados Unidos.
Cenamos, compartimos anécdotas en torno al fuego y en la madrugada llegó Esteban Berrones, uno de los pajareros mas reconocidos del mundo. Escuché los chirridos, silbidos, trinos y voces de las más de 50 aves que imita y aseguro que don Esteban habla su lengua. Mi padre me enseñó a cazar, por eso aprendí a imitarlos. Ahora me dedico a cuidarlos explicó. Encontró siete nidos del águila elegante (Spizaetus ornatus) y conversó con el trogón colicobrizo (Trogon elegans), avistamos al zafiro oreja blanca (Hylocharis leucotis), al ave trepatroncos (Lepidocolaptes affinis) y a la codorniz silbadora (Dactylortyx thoracicus), entre otras. Las aves silvestres se volvieron una inspiración ya que no le pertenecen a nadie, forman parte del cielo y de las ramas, buscan lo que les hace bien en cada etapa de su vida y en cada temporada del año. A la madrugada decidí llamarle la hora pico; desconozco si el término es correcto pero me parece adecuado. Aún reverberan sus cantos en mis oídos.