La península de Yucatán es perfecta si buscas experiencias fuera del camino conocido. Su riqueza histórica, diversidad biocultural y el carisma de su gente te permiten conocerlo con autenticidad. 

Despertamos con el canto de la selva dentro de una espléndida habitación. Viajamos a la comunidad de Quetzal Edzná donde nos recibieron Victoria Girón Godínez y las artesanas del taller de telar de cintura. En su infancia, Victoria escapó de los militares guatemaltecos y encontró refugio en Campeche. Nos mostró la técnica que heredó de sus antepasados, con la que elaboran piezas textiles llenas del color y en las que expresan la magia de su entorno. Comimos con su hija Margarita, su nieta Rosaura y su bisnieta Karina. Compartimos anécdotas y nos sentimos agradecidos; ellas por la visita y la compra que les permite continuar con sus oficios y nosotros por conocer y disfrutar su trabajo. 

En la Hacienda Uayamón nos esperaba el chef para preparar pibipollo y cocinarlo en un horno en la tierra a la usanza tradicional. Al atardecer conocimos a Román Francisco Dzul, director del ensamble musical Múul Pax. Significa la música entre nosotros, aquella que nos crea y es nuestra herencia maya, explicó al presentarnos a los jóvenes que participan en este proyecto que apoya el desarrollo artístico en las comunidades locales. Iban descalzos, vestidos de manera impecable y portando orgullosos sus instrumentos, ya fuera el caparazón de una tortuga negra, un caracol marino, un tambor con piel de venado o una sonaja repleta con semillas de maíz. Escuchamos y sentimos su música debajo de una ceiba, árbol sagrado que representa la vida y su relación con el universo. La naturaleza se unió, aves e insectos respondieron al llamado de los instrumentos y se sumaron los truenos y las hojas con el viento. La velada fue perfecta gracias al trabajo de la Fundación Haciendas del Mundo Maya y las haciendas de The Luxury Collection.