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Cocina y conventos en Yucatán
El valle de Guadalupe es una zona para disfrutar de la misma forma en que se bebe un buen vino: paladenado cada uno de los viñedos, observando los colores de sus imponentes paisajes y saboreando la región y sus diversos frutos.
La amistad es buena para la salud, igual que el vino. Pero todo con mesura, hasta la mesura, decía mi abuela, tan sabia como espléndida. Gran historiadora y viajera, siempre disfrutó el valle de Guadalupe.
La ruta del vino en Baja California comprende nueve valles, incluyendo el de Santo Tomás y el de Ojos Negros, donde se encuentra la famosa Cava de Marcelo, pero el valle de Guadalupe es el corazón y en donde hay más de 100 vitivinícolas. Los kumiai fueron sus primeros pobladores, comentó Hugo D’Acosta al visitar la comunidad cercana a su Casa de Piedra. Creo que lo dijo el maestro Toledo, el turismo es la industria más contaminante pues contamina el alma, sentenció el padre del vino mexicano cuando recibimos una limpia con salvia de don Agustín Domínguez, jefe de la tribu kumiai y uno de los últimos hablantes de su lengua.
Ahora el valle lo habitan personas de todo el mundo y muchas defienden su vocación agrícola, como Natalia Badán. No es un destino de turismo masivo, es un sitio donde se practican los oficios del campo, comentó mientras alimentábamos a sus gallinas. Su vinícola, Mogor Badán, es un vergel. Cultivan granos, verduras, frutas y hortalizas de manera regenerativa. Elaboran vinos y tienen el restaurante Deckman’s, del chef Drew, donde puedes sentarte entre olivos y encinos mientras te cocinan a fuego abierto.
En Viñas de Garza, de mi amigo Amado, bebí su Amado IV, mezcla de cabernet, merlot y tempranillo con adornos de zinfandel, añejado en barrica de roble francés. En la Finca Altozano, de Javier Plascencia, constaté el origen y respeto que tienen a sus productos. También visité Roganto, de Rogelio Escalante, quien fundó su vinícola en la cochera y hoy produce algunos de los mejores vinos del mundo y para cerrar, cené en el restaurante Laja con el güero Jair Téllez. El maridaje fue estupendo.