2.5
Cocina y conventos en Yucatán
La emergencia sanitaria nos enseñó que la salud física y mental, personal y social, tiene un fundamento importante en la alimentación. Ya lo dijo el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach en el siglo XIX: somos lo que comemos. Pero comer bien se ha vuelto un lujo, no por el costo de los platillos o el largo de los manteles, sino por el valor nutricional y la dignidad detrás de su producción y elaboración. Esto lo evidenció el chef Israel Montero en la terraza de su restaurante, luego de servirme una comida espléndida. Lo mejor de todo es que más de la mitad de los ingredientes que probaste los cosechamos esta mañana. Supuse que bromeaba porque estábamos en la colonia Polanco y le pedí pruebas.
La cita fue a las seis de la mañana del día siguiente, 20 minutos después llegamos al embarcadero de Cuemanco. Estaba seguro de que se trataba de un chiste. ¿Xochimilco?, exclamé incrédulo y prejuicioso. Mis recuerdos eran de borracheras flotantes pero nos esperaban Lucio Usobiaga, fundador de Arca Tierra, y Noé Coquis, chinampero de tercera generación. Navegamos por los canales disfrutando la vista y la forma en que despierta su acuática cultura. Así debió verse México-Tenochtitlán, pensé. Visitamos islas artificiales creadas hace más de mil años para cultivar flores, verduras y hortalizas; se les llama chinampas y son patrimonio de la humanidad.
Cosechamos todo tipo de vegetales de temporada, como betabel y lechuga, producidas de manera agroecológica con esta técnica agrícola y son las mismas que utilizan los mejores chefs de la Ciudad de México. Ahora que han surgido tantas enfermedades nuevas, la gente se preguntará de dónde viene lo que come y cómo lo cultivaron, comentó Noé mientras me enseñaba a cortar kale. Después participamos en la elaboración de un espléndido almuerzo en lo que fue un sitio arqueológico que sigue productivo gracias al esmero y dedicación de quienes serán tus anfitriones.